El partido comenzó como un tanteo por parte de los dos equipos hasta que apareció el talento desbordado de Mao Molina, el colombiano fue el factor determinante de la final, en la creación de juego del equipo corenano.
A los 29 minutos Sasa Ognenovski golpeaba primero, el capitán del Seongnam abría el marcador ante la impotencia de los iranís del Zob Ahan.
El tiempo transcurría y después del gol de Ilwha, los coreanos vivirían los peores momentos del partido, y es que Zob Ahan dominaba el partido y parecía que el empate era inminente. Finalmente se llegó al descanso con el 1 a 0. Seguían dominando los iranís pero al minuto 7 Seongnam metía el segundo por parte de Cho Byung-kuk ante la incredulidad de los integrantes del Zob Ahan.
Los iranís lejos de rendirse y de darle el trono asiático a los coreanos metieron toda su artillería pesada. Esto pareció dar sus frutos puesto que en el minuto 22 de la segunda parte Zob Ahan reduciría las distancias en el marcador anotando el 2-1 por parte de Mohhamadreza Khalatbari y alentando las pesperanzas de remontada de sus aficionados. De ahí en adelante el juego se volvió de ida y vuelta. Molina jugó bien, puso la pausa, se asoció con sus compañeros y así fue dando manejo al partido, mientras el rival intentaba recuperar la pelota y lanzarse inmediatamente al ataque. Esto dejó algunos espacios en la zaga, lo que fue bien aprovechado por el elenco del jugador colombiano, que faltando ocho minutos para el final encontraría el tanto de la tranquilidad en Kim Cheol-ho. Con esto el Seongnam daba la estocada definitiva y se hacía con el cetro asiático tras sus 20 años de existencia. Mao Molina comentaba al final que era el hito más grande que había conseguido nunca. Esta fue la primera vez en la que Seongnam se hacía un hueco en el fútbol mundial .
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